Llegando a Ser HUMANO.
La humanidad seguirá evolucionando a través del proceso de experimentar los cambios que ocurran a través de su actual experiencia. Aprendiendo sobre las leyes universales, y sobre cómo actúan e interactúan dentro de sus conceptos, la oportunidad de progresar rápido se halla presente y fluyendo a través de las experiencias de todos los que han empezado a aplicarlas.
Cuando un número cada vez mayor lleguen a “saber” que son verdad, y que la certera aplicación de las mismas les aporta los resultados que desean, entonces la manifestación del nuevo paradigma de experiencia empezará en serio. Su uso se convertirá en algo natural aplicándolas y comprendiéndolas, con el “conocimiento” de que realmente funcionan, junto con la comprensión del “pensamiento pensante” a medida que se trasladan desde el enfoque e intención hasta la experiencia real.
Aplicarlas permanentemente es tan simple como decidir levantarse de una silla y dirigirse a la puerta, o donde quiera que queráis ir, sin tener que concentraros en pensarlo. Se lleva a cabo por medio de la intención de forma tan fácil como respirar o como cualquier otro acto que realizáis “sabiendo” que sencillamente ocurrirá.
La clave de uso está en saber que la intención ha de armonizar con la corriente en movimiento de energías creativas expansivas que hacen surgir galaxias, sistemas solares, planetas e individuos, a través de experimentar la creación en la modalidad de observación. Es necesario comprender que todo lo que se considera realidad se inicia primero en la imaginación, en la mente de quien la concibió.
Enfocar la intención hace que el proceso se desplace a través de las diversas etapas de concepción hasta que la energía resultante se condensa, ralentizando su vibración para manifestarse en materia observable y tangible, o en aquello denominado realidad manifiesta. Lo que se considera realidad es una intención enfocada, solidificada a través de la aplicación de las leyes universales, manteniendo firmemente la intención y “sabiendo” que el proceso funciona hasta que sucede.
Cuanto más baja es la vibración de la mente que enfoca, y del ambiente que la rodea, más tiempo requiere el proceso, y se hace más difícil mantener la intención durante el tiempo suficiente.
Aprender con la práctica a mantener “suavemente” el intento, sin querer forzar su creación sino “sabiendo” de nuevo la eficacia del proceso, es lo que hace que “la práctica haga al maestro”.
En la aplicación existe una gran diferencia entre los conceptos de querer, creer y saber. Querer sólo crea más de lo mismo, creer sólo dice que uno piensa que el proceso funcionará, en tanto que “saber” logra la intención. Es el grado de diferencia obtenido por la vivencia real de “ver” que funciona, lo que permite aceptar y aplicar con facilidad el “saber”. Los primeros intentos de aplicación deben ser razonables y creíbles a fin de lograr un nivel de aceptación “conocible”. Es importante tener en cuenta los matices de estos conceptos. Comprender que el uso deliberado de los conceptos de estas leyes puede no ser tarea fácil al principio.
Así pues, es de primordial importancia elegir una única aplicación con la cual demostrar las teorías. El hombre tiene la costumbre de quererlo todo de inmediato, y no se le da bien emprender un nuevo proceso lenta y deliberadamente. El aprendizaje de la aplicación de las leyes es muy parecido a ensartar abalorios, uno cada vez.
El reto está en mantener claramente en la mente el concepto que ha de manifestarse, sin añadirle matices que lo compliquen y retrasen, o que lleguen a detener todo el proceso a causa de detalles innecesarios.
De nuevo, el pensamiento piensa y crea a menudo una aplicación mucho más grandiosa de lo que la mente finita puede concebir.
Las energías del individuo empiezan a cambiar a medida que se refuerzan y mantienen firmes la intención y la capacidad de mantenerla con claridad. Cabría esperar que uno o más éxitos en la manifestación de un resultado deseado ayudasen a integrar con firmeza el proceso en la experiencia. Sin embargo, éste no parece ser el caso. Muchos se encuentran con que las viejas costumbres y suposiciones no desaparecen fácilmente de la experiencia. Se precisan varios éxitos para que la manifestación natural se acepte e integre como costumbre.
También hay casos en los que se manifiesta un pensamiento no planeado, a medida que el subconsciente aplica las leyes a eses pensamiento fortuito. Es posible traer a la experiencia ejemplos referidos a otras personas que nunca habían tenido esa intención. Por eso la declaración de “el bien más elevado y mejor para todos los implicados” es el mejor mecanismo de seguridad posible, y debería ser prudentemente incorporado a todos los intentos de manifestar un deseo.
También es sabio salpicar coherentemente con esta declaración la continua charla mental que llena el vacío entre cada pensamiento consciente significativo.
Para aplicar de una forma significativa las leyes de atracción, intento enfocado y benevolencia, se necesita un deseo resuelto a traer algo a la experiencia real. La experiencia simple, sin innecesarios detalles añadidos que estorben, es posible manifestarla con bastante rapidez, dependiendo de la claridad, capacidad de enfocar la intención, y energía emocional que aporte el impulso al proceso creativo.
El ingrediente final de la mezcla es el punto de “saber”. Es difícil definir la diferencia entre creer y saber. De nuevo, es una aplicación fácil y casi sin esfuerzo del deseo, al igual que se sabe que uno puede desplazarse desde la silla a la puerta. Es una utilización del hacer en la que no cabe la menor duda, y un saber exactamente donde va uno, pero sin pensar en los esfuerzos musculares o corporales concretos que están implicados, o en qué es lo que sucede en el trayecto hasta llegar a la puerta.
También es necesario seguir “sabiendo” que uno se dirige a la puerta durante todo el camino del recorrido. Si se pierde el enfoque puede ocurrir que uno acabe en la cocina, preguntándose por qué está ahí. De igual manera, no es necesario esbozar qué se necesita para que el deseo se manifieste. Sólo se necesita saber qué se desea, y añadir la cantidad mínima de cooperación enfocada que se necesite para poner en marcha el proceso, mientras se sostiene la intención de experimentar el deseo.
A menudo se dice que hay que estar seguro de que uno realmente quiere lo que piensa que quiere. Muchos recordarán haber tenido pensamientos ocasionales que trajeron experiencias con consecuencias no imaginadas. El aspecto creativo incorporado a todo está a la escucha, y toma esos pensamientos y declaraciones de forma literal, especialmente si la intención momentánea es sincera y está apoyada por el impulso emocional.
Aunque la explicación parece complicada, la utilización es bastante sencilla. Simplemente se trata de simplificarlo. Lo complicado es cuando la duda enlentece o destruye totalmente el esfuerzo.
Empezar eligiendo un deseo totalmente contrario a la experiencia actual es establecer la fórmula del fracaso. Intentar pasar de la pobreza a la abundancia con un deseo seguro que fracasa. Es mejor empezar con algo pequeño y sencillo. El proceso se acrecienta si se actúa como si el deseo estuviera ya ocurriendo. Colocad una percha vacía en el armario para el nuevo abrigo.
Haced espacio en la alacena para un nuevo plato, olla, etc. Luego tened paciencia y esperad con ilusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.