Olas de calor, sequías, ciclones, inundaciones… El año 2013 ha sido un buen
ejemplo de cómo los fenómenos meteorológicos extremos impactan en comunidades y
regiones enteras. El tifón Haiyan arrasó zonas del centro de Filipinas, Oklahoma
(EE UU) sufrió el mayor tornado jamás observado, nevadas sin precedentes
azotaron Israel, Jordania y Siria. La declaración anual de la Organización
Meteorológica Mundial (OMM) sobre el estado del clima mundial,
presentada ayer en Ginebra, alerta de que se acentúan los episodios climáticos
extremos e insiste: la influencia de la actividad humana sobre el clima explica
algunos de los cambios que se están observando.
La tendencia al calentamiento mundial a largo plazo sigue plasmándose en las
estadísticas. El 2013 ha sido, junto con 2007, el año más cálido desde que se
tienen registros. Pero, además, según destaca el informe de la OMM, 13 de los 14
años más cálidos se han producido en el siglo XXI. Cada uno de los tres últimos
decenios ha sido más cálido que el anterior (el récord lo tiene 2001-2010). El
promedio de la temperatura registrada en la tierra y en la superficie de los
océanos fue el año pasado de 14,5 grados centígrados, es decir, aumentó en medio
grado respecto a la media de los años sesenta, setenta y ochenta. Datos
que se traducen en récords: Australia registró el año más caluroso de
la historia; Argentina, el segundo.
¿Pueden todos o parte de estos fenómenos atribuirse al calentamiento global?
Jessica Blunden, científica de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica
(NOAA) y una de las autoras del estudio, señala que “siempre ha habido, y
siempre habrá, fenómenos meteorológicos y climáticos extremos y
variaciones naturales debidas a factores como El Niño o La Niña”, pero recuerda
que el Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en
sus siglas en inglés) dijo en septiembre que el calentamiento es “inequívoco” y
que “la influencia humana está clara”.
“Vemos muchos casos en los que los episodios extremos se producen tal y como
los científicos habían proyectado en función del cambio climático”, explica
Blunden por correo electrónico. “Por ejemplo, en distintas zonas por todo el
mundo se han predicho olas de calor más extremas, chubascos copiosos y sequías
más intensas, y ahora estamos viendo que esos fenómenos ocurren. Por desgracia,
no es tarea fácil analizarlos en cuanto suceden y atribuirlos, o no, al
cambio climático”, añade. Para explicarlo, Blunden alude a un estudio
que incorpora el informe de la OMM acerca de las temperaturas récord registradas
en Australia en 2013.
El trabajo, realizado por científicos de la Universidad de Melbourne
(Australia), utilizó nueve modelos climáticos para estudiar si los cambios en la
probabilidad de que se registraran temperaturas extremas durante el verano
australiano se debían a la influencia humana. Demostraron que el récord de 2013
como año más caluroso “hubiera sido prácticamente imposible sin los gases que
retienen el calor de origen humano, lo que demuestra que algunos
fenómenos extremos es mucho más probable que se produzcan
debido al cambio climático”. En este caso, señala Blunden, “el estudio establece
un vínculo directo entre el cambio climático y ese calor sin precedentes”.
También el secretario general de la OMM, Michel Jarraud, precisó ayer durante
la presentación del informe que, “muchos de los fenómenos meteorológicos
extremos que se produjeron en 2013 se correspondían con las consecuencias que se
esperaban que tuviera el cambio climático provocado por la actividad
humana”. Ejemplos: “Precipitaciones más fuertes, un calor más intenso y
un mayor número de daños causados por mareas de tempestad e inundaciones
costeras como resultado del aumento del nivel del mar”. El tifón Haiyan sería el
mejor ejemplo de ello, añadió.
Manuel de Castro, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y uno
de los autores españoles del informe del IPCC, asegura que hay algunos fenómenos
extremos que se relacionan con mayor seguridad con el cambio climático, “sobre
todo cuando hablamos de olas de calor, puesto que se tiene evidencia clara de
que hay una tendencia creciente”, señala. En otros episodios, como
lluvias torrenciales o ciclones tropicales, “hay menos
evidencia, aunque eso no quiere decir que no se puedan achacar al calentamiento
global”. “Es una explicación plausible pero no se puede asegurar al cien por
cien hasta que no tengamos más evidencia”, añade.
Con un escenario así, los sistemas de predicción
meteorológica serán esenciales, asegura Blunden. “Especialmente por el
crecimiento de megaciudades muy pobladas, generalmente situadas en zonas
costeras vulnerables a ciclones, crecidas e inundaciones”. Y añade: “Gracias a
las predicciones, India pudo evacuar a cerca de un millón de personas antes del
ciclón tropical Phailin, y redujo enormemente la pérdida de vidas”.
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