La aurora boreal que la semana pasada se observó desde la Tierra fue provocada por un grupo de manchas solares rebosantes que causaron espectaculares erupciones de clase X en la superficie del Sol.
El fotógrafo Alan Friedman consiguió capturar los “disparos” de un grupo de manchas solares. Es una imagen de color rosa, que fue hecha en una longitud de onda que logró captar el hidrógeno. (ver foto)
“La foto fue tomada con la tonalidad invertida y en colores; en los tonos rosados se ve el hidrógeno alfa”, indicó Friedman.
Las anteriores explosiones de igual magnitud se produjeron en 1429 y emitieron partículas altamente cargadas en el espacio. Pero como la región activa en 1429 “se escondió” detrás del Sol, no causó mayores daños en Tierra.
Los expertos advierten de que tal actividad se volverá más común. “Como el Sol es cada vez más activo, tendrá un impacto en millones de personas. Las manchas solares pueden causar las tormentas espaciales más grandes y dañinas”, dijo el doctor Matthew Penn del Observatorio Solar Nacional en Arizona.
“Esperamos que el número de manchas visibles en el Sol alcance su máximo, durante los próximos dos años”, agregó.
La secuencia de tormentas solares de los últimos años ha tenido su repercusión gracias a imágenes fotográficas tomadas de las sondas espaciales montadas en video. Sin embargo, al ser fotografías, las tormentas carecen de sonido.
Para comprender mejor su evolución, un estudiante de la Universidad de Michigan ha construido una recreación en forma de sonido de la tormenta solar que puede ayudar en la investigación de los datos, además de crear una técnica con la que construir un puente entre la ciencia y el arte.
En este sentido, Robert Alexander ha ideado un método que permite estudiar las tormentas de manera distinta, gracias a versiones sónicas y aceleradas de las llamaradas y las acometidas que producen las partículas de plasma expulsadas por el Sol.
Para representar los datos de las llamaradas solares en forma de sonido, Alexander transcribió alrededor de 90 horas de información básica en un formato de frecuencias de audio.
El investigador tuvo que ‘hacer audibles’ estos datos porque su tasa original hacía que el sonido durara menos de un cuarto de segundo.
En este sentido, Alexander sometió el material a algoritmos tradicionales hasta que encontró la velocidad de reproducción adecuada comprensible para el ser humano.
La ‘sonificación’ es el proceso que traduce la información en sonidos y se emplea habitualmente en instrumentos como los contadores Geiger, aparatos que sirven para medir la radiactividad y que emiten crujidos al advertir la presencia de estas partículas.
El empleo de esta técnica en este campo “proporciona otra herramienta para la investigación”, considera Jim Raines, uno de los ingenieros de operaciones del laboratorio.
“Estamos acostumbrados a mirar gráficas con líneas que suben y bajan, pero este experimento podría ayudarnos a encontrar cosas en los datos que son difíciles de observar”, añade Raines.
El fotógrafo Alan Friedman consiguió capturar los “disparos” de un grupo de manchas solares. Es una imagen de color rosa, que fue hecha en una longitud de onda que logró captar el hidrógeno. (ver foto)
“La foto fue tomada con la tonalidad invertida y en colores; en los tonos rosados se ve el hidrógeno alfa”, indicó Friedman.
Las anteriores explosiones de igual magnitud se produjeron en 1429 y emitieron partículas altamente cargadas en el espacio. Pero como la región activa en 1429 “se escondió” detrás del Sol, no causó mayores daños en Tierra.
Los expertos advierten de que tal actividad se volverá más común. “Como el Sol es cada vez más activo, tendrá un impacto en millones de personas. Las manchas solares pueden causar las tormentas espaciales más grandes y dañinas”, dijo el doctor Matthew Penn del Observatorio Solar Nacional en Arizona.
“Esperamos que el número de manchas visibles en el Sol alcance su máximo, durante los próximos dos años”, agregó.
La secuencia de tormentas solares de los últimos años ha tenido su repercusión gracias a imágenes fotográficas tomadas de las sondas espaciales montadas en video. Sin embargo, al ser fotografías, las tormentas carecen de sonido.
Para comprender mejor su evolución, un estudiante de la Universidad de Michigan ha construido una recreación en forma de sonido de la tormenta solar que puede ayudar en la investigación de los datos, además de crear una técnica con la que construir un puente entre la ciencia y el arte.
En este sentido, Robert Alexander ha ideado un método que permite estudiar las tormentas de manera distinta, gracias a versiones sónicas y aceleradas de las llamaradas y las acometidas que producen las partículas de plasma expulsadas por el Sol.
Para representar los datos de las llamaradas solares en forma de sonido, Alexander transcribió alrededor de 90 horas de información básica en un formato de frecuencias de audio.
El investigador tuvo que ‘hacer audibles’ estos datos porque su tasa original hacía que el sonido durara menos de un cuarto de segundo.
En este sentido, Alexander sometió el material a algoritmos tradicionales hasta que encontró la velocidad de reproducción adecuada comprensible para el ser humano.
La ‘sonificación’ es el proceso que traduce la información en sonidos y se emplea habitualmente en instrumentos como los contadores Geiger, aparatos que sirven para medir la radiactividad y que emiten crujidos al advertir la presencia de estas partículas.
El empleo de esta técnica en este campo “proporciona otra herramienta para la investigación”, considera Jim Raines, uno de los ingenieros de operaciones del laboratorio.
“Estamos acostumbrados a mirar gráficas con líneas que suben y bajan, pero este experimento podría ayudarnos a encontrar cosas en los datos que son difíciles de observar”, añade Raines.
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