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jueves, 22 de marzo de 2012

Sobre el AKÂSA

Estas doctrinas, estudiadas analógicamente y por correspondencia, condujeron paso a paso a los antiguos, así como a los modernos filaleteos, a la comprensión de los más grandes misterios. Al borde del negro abismo que separa el mundo espiritual del material, está la ciencia moderna con los ojos cerrados y la cabeza vuelta hacia atrás, pareciéndole infranqueable y sin fondo, aunque tiene en la mano una antorcha que con sólo bajarla a sus profundidades, la sacaría de su error. Pero el tenaz estudiante de filosofía hermética ha tendido un puente a través del abismo.

En sus Fragmentos de Ciencia, Tyndall confiesa tristemente: “Si me preguntan si la ciencia ha resuelto, o si es probable que en nuestros días resuelva el problema del universo, dudo al responder.” Y cuando impulsado por un pensamiento posterior, se rectifica después, asegura que la prueba experimental le ha conducido a descubrir en la vilmente calumniada materia, la esperanza y la potencia de los atributos de la vida.

Sería tan difícil para Tyndall dar una prueba plena é irrefutable de lo que asegura, como lo hubiera sido para Job clavar un anzuelo en el hocico del leviatán.

Pocas palabras bastarán para evitar al lector la confusión dimanante del uso frecuente de ciertos términos en sentido diverso del acostumbrado. Deseamos no dar lugar a error ni falsedad. La Magia puede tener para unos lectores una significación y distinta para otros. Nosotros le daremos la significación que tiene para los sabios y prácticos orientales, y lo mismo haremos respecto de las palabras ciencia hermética, ocultismo,
hierofante, adepto, brujo, etc., que por otra parte son de fácil comprensión. Aunque las diferencias entre los términos sean frecuentemente insignificantes, conviene saber su significado, que vamos a dar por orden alfabético.


AKÂSA. – Literalmente en sánscrito significa firmamento; pero en su místico sentido, significa el cielo invisible, ó, como dicen los brahmanes en el sacrificio del Soma (Gyotishtoma Agnishtoma), el dios Akâsa, o dios Firmamento. De los Vedas se infiere que los indos de cincuenta siglos atrás le atribuían las mismas propiedades que los lamas tibetanos de hoy, quienes le consideran como fuente de vida, depósito de toda
energía y propulsor de todo cambio en la materia. En estado latente, coincide el Akâsa con nuestra idea del éter universal; en estado de actividad, es el Dios omnipotente y director de todo. En los sacrificios y misterios brahmánicos desempeña el papel de Sadasya, o presidente de los mágicos efectos de las ceremonias religiosas, y tiene su sacerdote propio (Hotar) que toma su nombre. Los sacerdotes de la India y otros países eran antiguamente representantes en la tierra de distintos dioses, y cada uno de ellos tomaba el nombre de la divinidad en cuyo nombre obraba.

El Akâsa es indispensable agente de toda krityâ ú operación mágica, ya religiosa, ya profana. La expresión brahmánica “excitar el Brahmâ” (Brahmâ jinvati), significa despertar el poder latente en el fondo de las operaciones mágicas, pues los sacrificios védicos son magia ceremonial. Este poder es el Akâsa o electricidad oculta, el alkahest de los alquimistas o disolvente universal, la misma anima mundi, como luz astral. En el momento del sacrificio está embebida en el espíritu de Brahmâ y mientras aquel se lleva a cabo es el mismo Brahmâ. Este es evidentemente el origen del dogma cristiano de la transubstanciación. En lo que se refiere a los efectos generales del Akâsa, el autor de una de las obras más modernas de filosofía oculta: Arte Mágico, da por vez primera una muy inteligible é interesante explicación del Akâsa, en conexión con los fenómenos atribuidos a su influencia por fakires y lamas.

ISIS SIN VELO - HELENA PETROVNA BLAVATSKY

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