El más importante de ellos se ha fusionado a partir de varios pequeños agujeros hasta formar un lago. Investigadores rusos ya planean nuevas expediciones, pese al riesgo de las emisiones de gas
“Son comparables a los champiñones”, explica a The Siberian Times el director del Instituto de Investigaciones del Gas y el Petróleo, Vasily Bogoyavlensky, “tenemos la localización concreta de cuatro de ellos pero estoy seguro de que podría haber veinte o treinta más, sólo hay que buscarlos”.
El análisis de imágenes de satélite ha permitido deducir que estos cráteres están más extendidos de lo que originalmente se pensaba, con uno grande rodeado de veinte diminutos, algunos de tan sólo dos metros de diámetro.
Desde que apareciera el famoso agujero en verano de 2014, se ha especulado sobre su posible origen. Probablemente fuera debido a que la superficie se calentó, a la vez que en el interior se liberaron hidratos de gases, de los que Rusia es productor en esas zonas.
Bogoyavlensky considera primordial la investigación de estos cráteres, que pueden suponer un riesgo para la seguridad de estas regiones: “Estos objetos deben ser estudiados, pero son bastante peligrosos para los científicos”, asegura, debido a las emisiones de gas que pueden producirse en cualquier momento. A pesar de ello, asegura que ya planean una expedición.
“Estudiando las imágenes de satélite encontramos que inicialmente no había cráteres ni lagos. Algunos aparecieron, luego más. Al final se rellenaron con agua hasta convertirse en varios lagos que luego se fundieron en uno enorme”, un objeto que han bautizado como B2.
El investigador ruso considera probable que desde verano tuvieran lugar una serie de emisiones de gas, de las que ahora se pueden comprobar los resultados. Según Bogoyavlensky, la zona nublada de la fotografía muestra cómo el gas todavía sale desde el fondo del lago.
Bogoyavlensky considera que no hay que asustar a las poblaciones cercanas, pero no duda de que el responsable de los agujeros es una explosión de gas: “Una explosión del 5% de metano es suficiente para la explosión”.
Para el científico ruso, la pregunta más importante a contestar ahora es qué áreas se encuentran bajo riesgo de generar nuevos cráteres, para poder tomar cartas en el asunto
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