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viernes, 6 de diciembre de 2013

La ballena varada en una playa de Muros llevaba tiempo sin comer

El ejemplar buscaba refugio en la ría para recuperarse antes de volver al mar abierto


Pesaba entre 10 y 14 toneladas menos de lo que le correspondía, y la autopsia revela que llevaba algún tiempo sin comer. Su inmenso aparato digestivo estaba completamente vacío, a pesar de que el pobre animal había logrado alcanzar, al fin, una latitud rica en crustáceos. La ballena que apareció muerta el domingo en la ría de Muros y acabó varando con sus casi 20 metros de largo y toda su inmensidad, empujada por el temporal, en la pequeña playa de Seixal, fue descuartizada ayer por la mañana por motoserristas especializados de Porto do Son. Su peso efectivo en la planta de la empresa Gesuga, según informa la CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños), resultó ser de 24.760 kilos. Si a esto se le suman los líquidos perdidos durante el despiece, el cetáceo pesaría, cuando varó, entre 25,5 y 26 toneladas. Un ejemplar de 20 metros de largo debería haber pesado, según los técnicos de la Coordinadora, “entre 37 y 40 toneladas”. Hace dos años se retiró otra ballena del puerto de Muros: medía 17,5 metros y pesaba 31 toneladas.


El bajo peso de la ballena que empujó el mar al arenal muradano, en la parroquia de Tal, “es un claro indicio de una salud deficiente”, indican desde la CEMMA en un comunicado. “Esta situación pudo producirse por un parto reciente en latitudes bajas, una circunstancia en la que el ejemplar no se pudo alimentar, pero también pudo deberse simplemente a una enfermedad”. El estado de descomposición que presentaba el mamífero, que llevaba entre cuatro y seis días muerto (según se concluye de los testimonios de varios marineros que dijeron que todavía habían visto con vida a la ballena entre el martes y el jueves de la semana pasada) ha impedido a los entendidos que participaron en la autopsia sacar conclusiones más precisas sobre el motivo de la muerte.

El hígado de la ballena, sin embargo, presentaba un grado de deterioro mayor del que correspondería a un animal fallecido hace menos de una semana. La última vez que fue avistada con vida se dirigía ya a la boca de la ría. Los estudiosos creen que, en su agonía, intentaba adentrarse buscando abrigo. Huía de “la fuerza del mar de la semana pasada” para aminorar su sufrimiento. “Las malas condiciones físicas del animal no le permitieron sobrevivir y recuperarse para volver a salir al mar abierto”.

La CEMMA recuerda otros casos de ballenas vivas que se aproximaron a la costa gallega, como la que llegó con el estómago lleno de plásticos a Ponte do Porto (Muxía) en 1993 o la que en 2004 varó todavía con vida en Niño do Corvo (Ponteceso). En las tareas participaron esta vez Salvamento Marítimo, Protección Civil, SOS Galicia, el Ayuntamiento de Muros, la Xunta y Gesuga. La CEMMA, fundada en 1990, gestiona la Rede de Varamentos de Galicia desde 1999, y posee varias unidades móviles para la “asistencia inmediata de cualquier eventualidad”. Tiene un número de teléfono móvil (686 98 90 08) activo las 24 horas.

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