El ejemplar buscaba refugio en la ría para recuperarse antes de volver al mar abierto
Pesaba entre 10 y 14 toneladas menos de lo que le correspondía, y la autopsia
revela que llevaba algún tiempo sin comer. Su inmenso aparato digestivo estaba
completamente vacío, a pesar de que el pobre animal había logrado alcanzar, al
fin, una latitud rica en crustáceos. La ballena que apareció muerta el domingo
en la ría de Muros y acabó varando con sus casi 20 metros de largo y toda su
inmensidad, empujada por el temporal, en la pequeña playa de Seixal, fue
descuartizada ayer por la mañana por motoserristas especializados de Porto do
Son. Su peso efectivo en la planta de la empresa Gesuga, según informa la CEMMA
(Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños), resultó ser de 24.760 kilos.
Si a esto se le suman los líquidos perdidos durante el despiece, el cetáceo
pesaría, cuando varó, entre 25,5 y 26 toneladas. Un ejemplar de 20 metros de
largo debería haber pesado, según los técnicos de la Coordinadora, “entre 37 y
40 toneladas”. Hace dos años se retiró otra ballena del puerto de Muros: medía
17,5 metros y pesaba 31 toneladas.
El bajo peso de la ballena que empujó el mar al arenal muradano, en la
parroquia de Tal, “es un claro indicio de una salud deficiente”, indican desde
la CEMMA en un comunicado. “Esta situación pudo producirse por un parto reciente
en latitudes bajas, una circunstancia en la que el ejemplar no se pudo
alimentar, pero también pudo deberse simplemente a una enfermedad”. El estado de
descomposición que presentaba el mamífero, que llevaba entre cuatro y seis días
muerto (según se concluye de los testimonios de varios marineros que dijeron que
todavía habían visto con vida a la ballena entre el martes y el jueves de la
semana pasada) ha impedido a los entendidos que participaron en la autopsia
sacar conclusiones más precisas sobre el motivo de la muerte.
El hígado de la ballena, sin embargo, presentaba un grado de deterioro mayor
del que correspondería a un animal fallecido hace menos de una semana. La última
vez que fue avistada con vida se dirigía ya a la boca de la ría. Los estudiosos
creen que, en su agonía, intentaba adentrarse buscando abrigo. Huía de “la
fuerza del mar de la semana pasada” para aminorar su sufrimiento. “Las malas
condiciones físicas del animal no le permitieron sobrevivir y recuperarse para
volver a salir al mar abierto”.
La CEMMA recuerda otros casos de ballenas vivas que se aproximaron a la costa
gallega, como la que llegó con el estómago lleno de plásticos a Ponte do Porto
(Muxía) en 1993 o la que en 2004 varó todavía con vida en Niño do Corvo
(Ponteceso). En las tareas participaron esta vez Salvamento Marítimo, Protección
Civil, SOS Galicia, el Ayuntamiento de Muros, la Xunta y Gesuga. La CEMMA,
fundada en 1990, gestiona la Rede de Varamentos de Galicia desde 1999, y posee
varias unidades móviles para la “asistencia inmediata de cualquier
eventualidad”. Tiene un número de teléfono móvil (686 98 90 08) activo las 24
horas.
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