Después de una inusitada tormenta de rayos, el cielo de Pekín se cubrió con una nube gigante, que poco a poco fue tomando la forma forma de un hongo, similar a los que se producen tras una explosión nuclear. El pánico cundió entre muchos de los habitantes, temiendo que se tratara de una nube tóxica, aunque rápidamente las autoridades aseguraron que se trataba de un fenómeno natural y que no representaba riesgo alguno para la población.
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