Delicias visuales detrás de la ciencia del arcoiris: la luz, la materia prima de la realidad, se refleja y distorsiona creando espectaculares halos y prismas que seducen al ojo más experto
La luz es el constituyente básico de la realidad que percibimos. Todo lo que vemos es el resultado de nuestra forma de procesar e interpretar la luz. Y en ocasiones tenemos la fortuna (o el deleite) de presenciar como la luz se descompone, se refracta, o se distorsiona, creando estimulantes efectos ópticos –que generalmente remiten al acroiris, al espectro de la luz visible, puente visionario entre realidades.
Las imágenes aquí reunidas son del sitio Optics Picture of the Day, que durante 14 años ha coleccionado ejemplos sobresalientes del comportamiento de la luz en su interacción con la materia. El creador de este sitio, Les Cowley, se vio motivado a formar este museo digital de la luz, luego de que una tarde observó un halo de hielo en las nubes. “El cielo estaba entretejido por una teleraña con delicados arcos –fue hipnótico. No tenía idea de los nombres o de cómo se habían formado pero me engañcho la óptica celeste”.
En su libro de 1704 Opticks, Sir Isaac Newton describió memorablemente el momento en el que proyectó una luz blanca a través de un prisma. Cuando la luz cruzaba el prisma lo hacía en un despliegue iridiscente de colores.
Este momento prístino de asombro, que ciertamente ya había ocurrido innumerables veces en la historia, pero no había sido del todo comprendido, es lo que evemos en cierta forma esta imagen (arriba) de una tormenta eléctrica en París. El rayo que se bifurca descompone moléculas de plasma ionizando; las luces brillantes del espectro revelan la presencia de nitrógeno e hidrógenos en la atmósfera.
Muchos de los espectaculares efectos ópticos que vemos provienen de la distorsión de la luz; cuando ondas de luz se desvían o son reflejadas de una superficie pueden interferir entre sí. Cuando muchas longitudes de onda interactúan, a veces ocurren fenómenos extraños como el de esta carne brillante.
En esta imagen de carne de ternera, el corte hace que los músculos de la carne resalten de forma escalonada y la luz que se difracta de la superficie interfiere entre sí creando una serie de colores prismáticos.
¿Se te antoja, un poco de pálida carne arcoiris?
Esta imagen captada por el profesor de escuela primaria John Flyte muestra un círculo paraselénico, el cual se forma cuando la luz de la luna se refleja en cristales de hielo suspendidos en la atmósfera. El también conocido halo lunar puede extenderse grandes distancias en el cielo, formando una especie de aurora (o diadema) plateada.
Esta imagen también es el resultado del paso de una onda de luz a través de las pequeñas gotas de agua de una nube; cuando dos ondas interfieren se crean estos colores refulgentes.
Los anillos que se forman al extremo de las alas de algunas aeronaves se conocen como “glorias”. Esto sucede cuando el sol brilla a través de una nube o de bruma y la luz rebota de las gotas individuales, que desde el punto de vista de un observador se magifican y de distorsionan creando lo que se conoce como un “espectro roto”.
Este efecto poco común es conocido como arcoiris supernumerario y sucede cuando las gotas de lluvia que generan el arcoiris son particularmente uniformes.
Algunos letreros urbanos están hechos de pequeños prismas o lente que reflejan luz directamente al conductor de un automóvil. Esto, además de ser útil, genera en ocasiones un inesperado espectáculo, comparable con el que solían suministrar los CDs caseros desperdigados en la calle.
Cuando el agua se congela en la alta atmósfera a veces se generan pequeños cristales de seis lados. Si un observador pasa a través del mismo plano en el que estos cristales caen cerca del amanecer o del atardecer, en esta alineación, el cristal puede actuar como un pequeño lente reflejando la luz del Sol hacia nuestro punto de vista creando este fenómeno en el que se reproduce el sol en miniatura, llamado parhelia, o sundogs (perros de sol).
La imagen aquí expuesta fue tomada en Estolcolmo y el sol está acompañado con sus dos canes centinelas a un lado y un halo de 22 grados y otro – más raro aún- de 46 grados, también creados por la refracción de los cristales de la atmósfera, coronando al astro en su proceso de renacimiento invernal.
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