Pese a que las marmotas son habitualmente tímidas con los humanos, en los Alpes austriacos existe una colonia de estos animales que mantiene una especial relación de amistad con un ser humano: Matteo Walch, un niño de ocho años.
La familia viaja cada año dos semanas a los Alpes para que el pequeño Matteo y sus amigas marmotas puedan mantener su estrecha relación a pesar de la distancia. Nada más llegar, las marmotas se reúnen en torno a Matteo, que les da de comer y juega con ellas durante horas como un miembro más del clan. Ellas hunden la cabeza en su cuello y contra su pecho, buscando sus caricias y mimos.
«Su amistad dura ya más de cuatro años. Matteo ama a los animales y no le tienen miedo en absoluto, porque él tiene un sentimiento hacia ellos y las marmotas lo perciben», afirma el padre de Matteo, que documenta desde hace años la relación de su hijo y las marmotas alpinas.
La familia viaja cada año dos semanas a los Alpes para que el pequeño Matteo y sus amigas marmotas puedan mantener su estrecha relación a pesar de la distancia. Nada más llegar, las marmotas se reúnen en torno a Matteo, que les da de comer y juega con ellas durante horas como un miembro más del clan. Ellas hunden la cabeza en su cuello y contra su pecho, buscando sus caricias y mimos.
«Su amistad dura ya más de cuatro años. Matteo ama a los animales y no le tienen miedo en absoluto, porque él tiene un sentimiento hacia ellos y las marmotas lo perciben», afirma el padre de Matteo, que documenta desde hace años la relación de su hijo y las marmotas alpinas.
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