Será un Cónclave muy particular, sobre todo 
porque faltará la clásica sucesión emotiva que siempre ha dejado una huella muy 
importante en este evento
Antes del 20 de marzo las puertas de la Capilla 
Sixtina se abrirán y los 118 cardenales electores se reunirán en Cónclave para 
elegir al sucesor de Benedicto XVI. 
Un Papa que sigue vivo y que estará a poca 
distancia física pero lejanísimo del colegio que nombrará a su sucesor. Estos 
deberían ser los tiempos de la elección, por lo menos según lo que prevé la 
Constitución Apostólica de Juan Pablo II «Universi Dominici Gregis», de 1996, 
que regula la sucesión papal.
El artículo 37 de esta constitución dice que a 
partir de que la Sede apostólica quede vacante legítimamente (el próximo 28 de 
febrero a partir de las 20.00 hrs.), los cardenales electores presentes deberán 
esperar 15 días para que lleguen los ausentes; el Colegio Cardenalicio, además, 
tendrá la facultad de modificar los tiempos para que comience la elección, solo 
por motivos extremadamente graves. 
Máximo pueden pasar 20 días a partir de que 
comienza la situación de la Sede Vacante, y todos los cardenales electores deben 
participar en la elección. Mientras tanto, todos los líderes de los dicasterios 
tendrán que dejar sus cargos, el gobierno es asumido por el Colegio Cardenalicio 
y se hacen indispensables las figuras del Camerlengo y del Sustituto de la 
Secretaría de Estado, que garantiza la continuidad del gobierno.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, 
indicó que están estudiando la posibilidad de adelantar la fecha del cónclave: 
“En la eventualidad de que todos los cardenales estén aquí, no hay a nadie a 
quien esperar. Se podría interpretar la Constitución en un modo diferente. Sólo 
en el caso de que no hubiese a nadie que esperar”.
Será un Cónclave muy particular, sobre todo 
porque faltará la clásica sucesión emotiva (la muerte del Papa, el luto, la 
espera y al final la alegría por la nueva elección), que siempre ha dejado una 
huella muy importante en este evento. Como sucedió con la elección de Benedicto 
XVI, los cardenales “vivirán” esos días en Santa Marta, dentro de los muros del 
Vaticano.
El día establecido para que comience el 
Cónclave, todos los cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro en donde 
se celebrará la Misa Pro eligendo Romano Pontifice, presidida por el Decano del 
Colegio Cadrenalicio, Angelo Sodano. Por la tarde, los cardenales electores se 
dirigirán en procesión, cantando el Veni Creator, desde la Capilla Paulina hasta 
la Capilla Sixtina, en donde se encuentra toda la infraestructura para la 
votación en el coro. Este espacio ha sido restructurado recientemente, incluso 
con modernidades electrónicas, y se instaló una estufa en la que serán quemadas 
las boletas y los apuntes de los electores. Desde la chimenea de la Sixtina 
saldrá el humo, negro después de cada una de lasvotaciones sin éxito; blanco 
cuando sea alcanzado el quórum previsto de dos tercios de los votos.
Sin embargo, si después de varios escrutinios 
no se llega a este resultado, se puede hacer una especie de reducción de los 
candidatos que considera a los dos más votados; en este caso antes se requería 
la mayoría absoluta, condición suficiente para la elección. Pero Benedicto 
modificó esta norma y restableció el principio de los dos tercios. Así pues, la 
innovación de la mayoría absoluta en caso de un Cónclave difícil fue 
abrogada.
Siguen vigentes, en cambio, las reglas 
relacionadas con el voto: «Se procederá a la elección inmediatamente después de 
que se hayan cumplido las formalidades contenidas en el n. 54 de la presente 
Constitución. Si eso sucede ya en la tarde del primer día, se tendrá un solo 
escrutinio; en los días sucesivos si la elección no ha tenido lugar en el primer 
escrutinio, se deben realizar dos votaciones tanto en la mañana como en la 
tarde, comenzando siempre las operaciones de voto a la hora ya previamente 
establecida bien en las Congregaciones preparatorias, bien durante el periodo de 
la elección, según las modalidades establecidas en los números 64 y siguientes 
de la presente Constitución».
Se distribuyen las boletas y se extraen a 
suertes tres escrutadores: «Los Escrutadores se sientan en una mesa colocada 
delante del altar; el primero de ellos toma una papeleta, la abre, observa el 
nombre del elegido y la pasa al segundo Escrutador quien, comprobado a su vez el 
nombre del elegido, la pasa al tercero, el cual la lee en voz alta e 
inteligible, de manera que todos los electores presentes puedan anotar el voto 
en una hoja. El mismo Escrutador anota el nombre leído en la papeleta».
«En el caso de que los Cardenales electores 
encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona a elegir, 
entonces, después de tres días de escrutinios sin resultado positivo, según la 
forma descrita en los números 62 y siguientes, éstos se suspenden al máximo por 
un día, para una pausa de oración, de libre coloquio entre los votantes y de una 
breve exhortación espiritual hecha por el primer Cardenal del Orden de los 
Diáconos». Y este mecanismo se repite hasta el final de la elección.
(Autor: Marco Tosatti  Fuente: 
vaticaninsider.lastampa.it)
Fuente: http://lapalabraperdida.com/todo-sobre-el-futuro-conclave-de-la-iglesia/

 
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