
Esta nueva versión del
fin del mundo no deja a la Tierra posibilidades algunas de salvación. Los
investigadores expusieron su hipótesis y visión propia de las bases del universo
en el libro titulado, El Absoluto y el Hombre.
Los científicos del Lejano
Oriente estudiaron testimonios geológicos de tres catástrofes: el “diluvio
mundial”, el período glacial y la extinción de los dinosaurios. Ellos llegaron a
la conclusión que, todos estos cataclismos ocurrieron según un mismo libreto. Es
más, su comienzo coincidió con un hecho global, de corta duración, que
“descentró” la biósfera y condujo a la extinción masiva de las
especies.
En la búsqueda de la
respuesta a la interrogante sobre cuál fue ese hecho global, los profesores
Panichev y Gulkov recordaron un efecto poco conocido. Este fue descubierto, en
1985, por el cosmonauta soviético Vladímir Dzhanibekov, quien durante el vuelo
estableció que, los cuerpos en condiciones de ingravidez, realizan virajes
inesperados de 180 grados, con respecto al eje de rotación.
Los investigadores piensan
que, “el efecto Dzhanibekov” puede explicar las causas de las catástrofes en la
Tierra. Es posible que, el planeta haya realizado también esas mismas
“volteretas en el estado de ingravidez”, con lo que podría haber cambiado la
dirección de la rotación. Si ahora gira a la izquierda en torno al eje, es
posible que, después de ese “salto” comenzara a girar a la derecha. La teoría de
la “inversión axial” explica también, por qué una parte de los planetas del
sistema solar giran en dirección contraria con respecto a la Tierra. Es posible
que ellos realizaran también esas vueltas, pero no sincrónicamente con nuestro
planeta.
Panichev y Gulkov destacan
que, las consecuencias de la “inversión axial” de la Tierra recuerdan el fin del
mundo. Los bosques y los suelos se elevarán en el aire, volarán a distancias
considerables para desplomarse como montones en bajíos. Y al cabo de millones de
años, esos colosales barrancos se convertirán en yacimientos de carbón de
piedra. Después del “salto” de la Tierra, una ola de mar gigantesca, comparada
con el maremoto recorrerá el globo terráqueo provocando el “diluvio universal”.
A juicio de estos científicos, se salvarán tan solo las regiones de alta
montaña.
Después de la “voltereta”,
la Tierra se estremecerá y de sus entrañas saldrán llamas y lava. Las cenizas
que alcanzarán la estratósfera impedirán que la luz solar llegue al planeta, en
el que, por milenios se establecerá un nuevo “período glacial”. La mayoría de
los organismos vivos estarán condenados a la desaparición.
Panichev y Gulkov
consideran que, en la Tierra hay un cúmulo de pruebas de los hechos que
ocurrieron según este guion. Los científicos estiman que, un testimonio de tales
catástrofes son los pasos bruscos de las rocas marinas a la parte continental.
Consecuencia de las potentes erupciones de los volcanes pueden ser consideradas
las gigantescas mesetas de basalto, que se formaron en las épocas que, en los
plazos, son congruentes con la hipótesis de Panichev-Gulkov. Los enormes
cementerios de dinosaurios, tendidos en millares de hileras, ¿qué mejor
testimonio de los maremotos devastadores?
“No tenemos razones para
descartar que esta cadena de hechos se repita”, afirman los científicos del
Lejano Oriente. Pero, ¿cuándo? Según sus cálculos, los cataclismos planetarios
ocurrieron con intervalos de veintitrés a treinta millones de años. El último de
ellos ocurrió hace unos veinticinco millones de años. Así las cosas, los
profesores Alexánder Panichev y Alexánder Gulkov estiman que, la “jugarreta” de
la Tierra se puede ocurrir, literalmente, un día cualquiera.
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