La humanidad siempre ha sentido una especial atracción por las profecías. Todavía es posible encontrar gente que revisa concienzudamente las denominadas “Profecías de Nostradamus” en busca de pistas sobre lo que nos depara el futuro. Algunos, incluso, llegaron a suicidarse a fines de 1999 para no tener que padecer los horrores que depararía el fin del mundo que -según ellos- ocurriría en el año 2000. Durante miles de años las profecías provenían de sacerdotes, iluminados, charlatanes de feria o pitonisas que -de buena fe o simplemente como una forma de mantener a sus seguidores convencidos de su poder- elaboraban teorías prácticamente sin fundamento. En los últimos siglos, sin embargo, la aparición del “método científico” cambió completamente la forma en que se elabora una predicción. Si bien siempre va a ser posible encontrar un charlatán que siga utilizando los métodos del pasado, lo normal es que las predicciones modernas se basen en trabajos estadísticos, modelos matemáticos u observaciones astronómicas. Y justamente en este ámbito es donde debemos ubicar el trabajo de Pete Riley, científico senior en Predictive Science (San Diego, California), quien acaba de anunciar una gigantesca tormenta solar que tendría lugar en 2020.
Riley ha publicado su trabajo en la edición del 23 de febrero de la revista especializada Space Weather, y básicamente advierte sobre la posibilidad -según él, una en ocho aproximadamente- de que algo parecido al Evento Carrington tenga lugar en 2020. “Aún cuando se trate de un evento la mitad de lo poderoso que fue el de 1859, podría causar miles de millones de dólares en daños y requerir hasta una década de trabajo para volver a normalizar el funcionamiento de nuestras redes de datos”. Riley, apegado a la tradición científica, estimó la probabilidad de que esto ocurra a partir del análisis de las bases de datos que registran la actividad solar histórica y calculando la relación existente entre el tamaño y la aparición de las erupciones solares. De producirse el evento anunciado podría tener consecuencias catastróficas en el mundo moderno. “Los efectos podrían incluir, por ejemplo, la interrupción de los servicios de transporte, las comunicaciones, los servicios bancarios y financieros, la distribución de agua potable y pérdida de alimentos perecederos y medicamentos debido a la falta de refrigeración“, según dijo un informe presentado en 2008 por el National Research Council.
¿Tendrá lugar realmente este evento?
Por supuesto, durante los 8 años que faltan para que esto -eventualmente- ocurra se pueden tomar medidas para mitigar sus efectos, reduciendo sustancialmente los daños. ¿Tendrá lugar realmente este evento? Es imposible saberlo. Los datos que analizó Riley existen y están a disposición del que los quiera ver, pero la interpolación de los mismos para llegar a la conclusión anunciada puede puede tener algún error. Como sea, habrá que estar atento a la evolución de las tormentas solares de los próximos años para ver si se registra alguna anomalía.
Fuente: Neoteo.com
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